Cómo afinar un piano ¿Misión imposible?

Cómo afinar un piano ¿Misión imposible?

¿Alguna vez te has preguntado cómo se afina un piano?. Sabrás que hay gente especializada en hacerlo pero, ¿lo has intentado alguna vez?. Para afinar un piano hacen falta tres requisitos fundamentales. A saber: UNO, tener un piano, pues si no lo tienes no sé qué pretendes afinar. DOS, que el piano esté desafinado porque, si está bien, ¿para qué lo quieres volver a afinar?. Y TRES, saber cómo se afina. ¿Qué pasa?, ¿que no sabes cómo se afina? Vale, no te preocupes, yo tampoco. Entonces, ¿qué hacemos? Pues preguntarle a alguien que sepa y pedirle que nos enseñe.
Eso es lo que hemos hecho para todos vosotros: pedir consejo. Hemos localizado a Luis Meyerhans Mollá, especializado en afinar pianos, y se ha prestado muy amablemente a enseñarnos a hacerlo. Veréis que no es tan fácil como parece y que cada maestrillo tiene su enciclopedia.
Luis lleva 20 años dedicado a la música, es profesor de guitarra por el Conservatorio de Madrid, tiene una dilatada trayectoria como músico profesional, compaginando la guitarra con la afinación de pianos, a lo que lleva dedicado 12 años. Ha dado conciertos de guitarra clásica, durante 5 años ha sido profesor para el Ayuntamiento y ha trabajado afinando para importantes empresas, aparte de tocar en múltiples actuaciones de todo tipo. Luis es un auténtico profesional de la Música que se ha brindado amablemente a enseñarnos el difícil arte, que también lo es, de afinar un piano.

Datos preliminares.Antes de empezar hay varias cosas que conviene saber. La primera es cómo abrir un piano. En este caso Luis nos ha hecho una demostración en un piano vertical o de pared y, aunque todos los pianos tienen un sistema parecido, no todos funcionan igual. En éste, en concreto, hay que levantar la tapa superior y desmontar la tapa frontal, bien destornillándola o quitándole los pasadores. También se desmonta la tapa del teclado. Acto seguido se desmonta la sordina de la misma manera, ya sea con tornillos o con pasadores.En este momento queda al aire el clavijero. Aquí se observa el conjunto de los macillos y las cuerdas en las que golpean. Un piano, pese a tener 88 teclas, por regla general tiene entre 210 y 220 cuerdas. Los 2/3 de las teclas están constituidos de cuerda triple. Esto quiere decir que el macillo de cada tecla golpea a un grupo de tres cuerdas a la vez. Aquí está la primera dificultad: hay que afinar exactamente igual cada cuerda de cada grupo.Las notas agudas tienen cuerda doble -una cuerda más gruesa de acero entorchada con cobre- y las más graves, en la primera octava del piano, tienen una única cuerda muy gruesa, de 4 ó 5mm, también entorchada con cobre. Entonces tenemos que la primera octava es cuerda simple, las dos siguientes, aproximadamente y dependiendo de cada piano, son de cuerda doble y el resto de cuerda triple, más finas y de acero.Resulta necesario saber qué es la quinta justa y la quinta temperada. Si tomamos una nota como referencia, su quinta es la nota que se encuentra 7 semitonos más aguda. En el caso del La, por la que siempre empezaremos, su quinta la tenemos en Mi. Si tomamos como referencia las vibraciones de un La bien ajustado, 440Hz, se obtendría el valor de su quinta multiplicando 440 por 3/2; ese valor correspondería al Mi y ésa sería su quinta justa, matemáticamente perfecta. Pero actualmente se utiliza el sistema temperado, que está sutilmente desafinado con respecto a las quintas justas. La afinación de la quinta temperada es ligeramente más corta que la justa. De esta manera, al ir afinando todo el piano con ese pequeño y consciente defecto, conseguiremos un equilibrio entre las quintas del teclado. De la otra manera se iría acumulando ese pequeño aumento de la afinación (que sería matemáticamente correcto) y la última de las quintas nos sonaría desafinada. Antiguamente, a esta quinta que quedaba descuadrada, se la llamaba “la quinta del lobo”.¿Por qué se utiliza el sistema temperado? Pues porque ese pequeño ajuste en la afinación permite cambiar de tonalidad dentro de una misma obra sin que suenen estridencias. Si la afinación fuera matemáticamente perfecta no podríamos salirnos de la tonalidad en la que hemos afinado, porque sonaría mal. Este tipo de afinación se empezó a usar a principios del siglo XVIII.Paradójicamente, afinar un piano es saber desafinarlo.El material necesario.El instrumental consiste en una llave de afinar, dos pinzas especiales de nylon, una cuña de goma o de madera revestida de fieltro o de piel, y un diapasón. Se puede disponer también de un afinador electrónico, pero no es muy recomendable. El afinador electrónico no distingue los armónicos propios de cada nota, ni el ruido de la maquinaria del piano. No llega a discriminar esos sonidos y afinar con el resto, sin embargo, el oído humano sí. Además, en su momento inicial, una nota suena con diferente afinación que unos segundos más tarde y, aunque es un matiz mínimo, es lo suficiente como para que la aguja o los indicadores luminosos que indican el tono tengan variaciones. Por lo tanto, más que ayudar, puede despistar. Más adelante veremos otros motivos por los que no es recomendable su uso.La llave de afinar posee un mango largo y ha de ser cogida desde su extremo para controlar al máximo el movimiento. Hay que tener en cuenta que un movimiento de la clavija de 1 ó 2 grados va a propiciar un sensible cambio en la tonalidad de la cuerda, por lo tanto, con una llave corta el movimiento mínimo sería mucho mayor, dificultando el proceso.

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Paso 1.El primer paso consiste en abrir el piano, quitando la tapa del teclado y la tapa frontal, levantar la tapa superior y quitar la sordina, como he explicado antes.

Paso 2.Comenzaremos afinando una octava y media de la parte central del piano. Al ser grupos de tres cuerdas por tecla colocaremos la pinza tapando dos de ellas, para hacer sonar sólo una. Normalmente se suele comenzar con el La, puesto que los diapasones suelen marcar esa nota. Golpeando el diapasón en la mano se le hace sonar y ese sonido se imita en la primera cuerda del La. Se coloca la llave de afinar en su clavija correspondiente y se ajusta hasta igualar su sonido con el del diapasón. Más tarde veremos las técnicas para manejar la llave.

Paso 3.Cuando esta primera cuerda esté afinada comenzaremos a hacer el ciclo de quintas, cambiando las pinzas para hacer sonar sólo una de las cuerdas de cada grupo. Este ciclo consiste en ir sumando progresivamente 7 semitonos a cada nota. Por ejemplo, si empezamos afinando el La, la siguiente a afinar será su quinta, o sea el Mi. Luego pasaremos a la quinta del Mi, o sea, el Si. Luego el Fa# por ser la quinta del Si y así sucesivamente. Hay que tener en cuenta que esa afinación de la quinta ha de ser temperada, es decir, desafinando en grave ligeramente respecto al sonido justo. Aún así, se mantendrá ese sonido pleno de acorde bien afinado al tocar la nota con su quinta temperada.
También hay que tener en cuenta que comenzamos afinando la octava y media central, con lo cual, si seguimos el ciclo de quintas desde el La, cuando busquemos la quinta del Si (Fa#) nos saldremos de esa octava y media. Entonces lo que haremos será copiar el sonido del Si en el Si de su octava inferior. Esta afinación sí que tiene que ser justa. Una vez copiada la afinación una octava más abajo continuaremos con el Fa# siguiente y éste sí entrará en la octava y media de referencia. Así vemos cómo se va equilibrando progresivamente la afinación combinando las justas con las temperadas. Tendremos que volver a copiar el sonido en octavas inferiores cada vez que al buscar una quinta nos salgamos de esa octava y media que va del Fa3 al Do5.

Paso 4.Una vez hayamos completado el ciclo de quintas en esa octava y media repasaremos la afinación, pues cada cuerda tiene que asentarse dentro de su nueva tensión y es probable que en las primeras que hayamos afinado se haya modificado sensiblemente el tono. Ocurre igual que con una guitarra: al terminar de afinar la última cuerda lo más probable es que la primera se haya desafinado, dado el cambio de tensión que tiene que soportar el puente.

Paso 5.Si está perfectamente afinado colocaremos las pinzas de tal manera que silencien sólo una de las tres cuerdas del grupo y procederemos a igualar el sonido de la otra cuerda con la que hemos afinado al principio. Si están sensiblemente desafinadas unas con respecto a otras se percibirá un ligero batido u ondulación de la nota. Estarán perfectamente afinadas cuando ese batido desaparezca. Éste es un buen método para localizar la quinta temperada. Cuando sea justa no habrá batido entre las dos notas, en cambio al temperar lo que buscamos es un mínimo de ese batido, destensando la cuerda ligeramente.

Paso 6.Una vez comprobada la afinación de la octava y media central, nos saldremos de ella para afinar las octavas más agudas, siempre usando las pinzas y tapando el sonido de dos de las cuerdas del grupo. Esta afinación la haremos copiando el sonido de una nota con su correspondiente en la octava y media previamente afinada. Aquí sí tiene que ser la afinación justa.En las octavas más agudas debemos tener en cuenta una particularidad del oído humano. En sonidos agudos no podemos afinar exactamente en su tono, sino un poco más agudo, dado que nuestro oído tiende a sentir la afinación justa como si se hubiera quedado corta. Éste es el otro motivo por el que no es conveniente usar afinadores electrónicos. Aunque las notas estén afinadas matemáticamente perfectas, a nuestro oído estarán demasiado bajas. Al acumularse ese “error” hace que las últimas suenen algo desafinadas a nuestro oído, aunque realmente estén bien. Es por ello que conviene ir subiendo mínimamente la afinación de cada nota según nos vamos desplazando hacia las notas más agudas del piano.

Paso 7.Continuaremos por las octavas más graves, pero ahora desafinando un poco en grave cada nota, pues en graves nuestro oído tiene la misma tendencia que en agudos, pero en sentido inverso.

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Consejos Como vemos, las dificultades de la afinación del piano se centran, más que en la técnica, en la buena educación del oído. Sobre todo en cuanto a ese punto de afinación de más en las notas agudas y ese punto de menos en las graves. ¿En qué punto dejarlo?, pues cuando te suene bien. Ese punto hay que educarlo, no todos oímos igual. Eso no lo consiguen los afinadores electrónicos, salvo algunos muy sofisticados que vienen de fábrica con esos “defectos” programados. Luis, en concreto, nos comentaba que empezó a estar satisfecho de sus afinaciones cuando llevaba 5 años afinando pianos, lo cual da un índice de la dificultad que esto conlleva. Eso que es músico y tiene oído musical. La técnica en el uso de la llave de afinar resulta muy útil. No sólo consiste en girar la clavija a derecha e izquierda, sino que también hay un movimiento de torsión hacia abajo llamado “de calado”. Consiste en forzar la clavija para que se asiente en su nueva posición. Hay que tener en cuenta que la rosca de la clavija soporta muchos kilos de fuerza y, si no se asienta en su lugar, esa tensión pronto desafinaría la cuerda. Por lo tanto, el último movimiento que hay que hacer en cada cuerda es el calado. El método utilizado por Luis consiste en apretar cada clavija hasta que la afinación haya sobrepasado su punto para, entonces, calar hasta que el ajuste sea el deseado. La clavija es una pieza de 6 ó 7 cm. de longitud que va enroscada en el cuerpo del clavijero, de madera de haya, muy duro y forrado de hierro. Cada clavija aguanta una tensión media de 70 kilos, eso multiplicado por las 210 ó 220 cuerdas que tiene un piano da una idea de la robustez que ha de tener la estructura del clavijero para soportar esas toneladas de tensión. El movimiento de una pieza tan larga dentro de una estructura tan robusta genera mucho calor. Resulta peligroso ajustar muchas veces una misma clavija, pues puede llegar a limar la rosca inutilizando su función. Es por ello por lo que hay que manejar con cuidado cada clavija ya que el daño puede ser muy grande.Conviene afinar un piano una vez al año, por lo menos, y siempre en la misma época, dado que a las cuerdas, lógicamente, les influye la temperatura y su propia tensión.